Esa de piel quemada
Con largas trenzas
Y unas cuantas canas
Ojos con humo y algo de caña,
Manos ni suaves ni tersas,
Al contrario, todas llenas de callos
Mirada alegre, por su rutina, por su cultura.
Mirada triste, por el poco amor de la gente.
Niños que esperan, ese chile, esa salsa de molcajete.
Niñas que ayudan a moler penas, tristezas, lagrimas, a moler el maíz.
Hombres que sudan, que saben lo que es el trabajo, que saben lo que significa el sol y la lluvia.
Esa, ella, ellas, que muelen en el molcajete, que prueban el verdadero sabor de un árbol, de una planta, de una semilla, de una raíz.
Bendito molcajete, cuanto amor sabes dar, benditas ellas porque han sido bendecidas con un poco de sabor celestial, un poco de sabor de la tierra, del lodo y de la piedra
Maldito el paladar que no ha probado una buena salsa,
Maldito el hombre que no ha valorado ese trabajo.
Maldito el que no haya tocado un molcajete.
Molcajete, tortilla, maíz, chile, piedra, lodo, sol; agradecido estoy.
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